La compañía Vefort
Gareth se encontraba inmerso
en sus quehaceres mientras redactaba notas y recordatorios. Desde dibujar
garabatos hasta navegar por La Conexión, así dedicaba sus ratos libres cuando
no estaba por la labor. “La Conexión” era una especie de red compartida que
utilizaba la energía del mejunje de varios tipos de minerales mágicos.
Lo que mejor funcionaba era el
néctar que era muy caro dada su escasez, mientras que el hielo carbonizado
estaba siendo masivamente aprovechado por toda la industria. Su empresa los
compraba y vendía a buen precio especulando con las subidas y bajadas del
mercado.
Al levantarse para dejar sus
informes pudo escuchar una conversación sobre un tal “desgarro” que resultaba
ser uno de los chivatos que tenía la empresa en el submundo.
- ¿No puedes darme un mejor
reporte? ¿Qué dices que han desenterrado?
- Es todo lo que he conseguido
¡dame mis pelas joder!
- Toma, pero quiero que seas
más específico. Vuelve.
-Vale, vale. Volveré a los
suburbios con los bichos raros.
La compañía privada Vefort
había monopolizado todo lo monopolizable y aunque públicamente se mostraba
honorable, era una organización bastante abyecta. Le gustaba tragarse pequeñas
empresas haciendo desaparecer a sus dueños o haciendo pactos con ellos. Uno de
ellos era Desgarro Visconti, un afiliado que recopilaba información suculenta.
Era el propietario de una tienda de ultramarinos que dejaba de vez en cuando
para hacer trabajitos.
Esta vez iba a ir en busca de
hechos y no de simples rumores. Iba a averiguar de que trataba todo ese asunto
del caldero que habían encontrado los esbirros de Pelo-rojo.
-Otra vez aquí, me han vuelto
a joder. Bueno, veamos de que trata todo eso.
Desgarro había parado un
momento a vestirse con las pieles y accesorios que solían utilizar los que
pupulaban por esos lares.
-Eh, tu, ¿qué miras?
-Simplemente estaba
observando.
-Pues menudas caras más raras
haces. ¿Es que nunca habías sido asignado para esto?
- ¿Se puede saber qué estamos
protegiendo?
- Shh, cuida tu boca.
Se encontraban delante de unas
ruinas que irradiaban un calor inusual. Era un fenómeno químico como ningún
otro. Entraba y salía gente que mostraba una especie de pase. Desgarro
aprovechó para duplicar uno de esos pases.
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